Este era un día como cualquier otro para Morissa de los Estados Unidos, quien trabaja como mesera en una cadena de restaurantes de comida rápida.
En el establecimiento abarrotado la chica vio un hombre con barba extraño, sentado en el borde. En lugar de pasarlo de largo ella se acercó a él y comenzó a hablarle. Literalmente unos minutos después sucedió un milagro que cambiaría la vida de ambos.
La chica compartió la historia en Facebook, publicando una nota en su página. La redacción «HOLAHOLA» publica con gusto para ti la carta de Morissa, para que veas que la humanidad no está perdida del todo.
« “Hoy, mientras en mi camino al trabajo y mire por el espejo retrovisor, vi a este hombre, sentado sobre la acera del otro lado de la calle. Él se llama Rick. Me acerqué hacia él y le pregunté si todo estaba bien. Él decía “no” arrastrando las palabras, bajó la cabeza y comenzó a llorar. Más adelante le pregunté si tenía hambre. Rick subió la cabeza y comentó “Mucha”.
Yo le extendí la mano y lo ayudé a ponerse de pie.
Después me presenté con Rick y le expliqué que yo trabajo en este establecimiento y que estaríamos muy contentos de contratarlo. Yo lo llevé a su lugar y le dije que él podía ordenar todo lo que deseara, sin preocuparse por el dinero. Él estaba tan agradecido…
Él dijo que era de Ohio y que lo había atropellado un auto, pero él no podía acudir al hospital, ya que no tenía documentos que demostraran su identidad. Él me enseñó una medalla en la que estaba grabada una frase de la epístola a los filipenses 4:13 («Yo lo puedo todo en aquel que me conforta» – nota de la redacción.) Él me confesó que esa era la única cosa que poseía.
Después de comer, él me juró que jamás olvidaría mi nombre, mi rostro y la esperanza que le di. Yo pregunté si podíamos tomarnos una foto junta, y él accedió. Después él sacó un pequeño peine del bolsillo y se arregló la barba. Esto fue tan tierno.
Cuando él se disponía a salir, se quitó la medalla de su cuello y me la entregó a mí. Yo estaba como en un sueño, y parece que aún sigo impresionada. Este hombre me había regalado la única cosa que atesoraba. Parece que yo siempre estaré en deuda con él…
Nunca olvidaré a Rick y el tiempo que pasamos juntos. Por favor, hagan el bien. Siempre ayuden a todo aquel que puedan ayudar, sin exigir nada a cambio.
Si no es difícil para ustedes, difundan esta nota como un pequeño recordatorio, Así podremos estar al pendiente de Rick y otros vagabundos que necesiten ayuda. ¡Buen día!»
¡Qué chica más misericordiosa y bondadosa! Después de leer estas historias entiendes que la humanidad aún no está perdida. Si quedaste satisfecho con el acto de Morissa, deja un like para este artículo y luego comparte con tus amigos en las redes sociales.
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